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Líderes de opinión en la democracia de prepago. Por Olga Almánzar .

Líderes de opinión en la democracia de prepago

Por Olga Almánzar
18/09/2023

Tengo una tendencia natural a interesarme en las historias de personas tachadas de “difíciles”. Me parece fascinante la capacidad de nuestra cultura de etiquetar a personas de las cuales no conocemos más que su nombre, y estamos muy dispuestos a dar referencias profundas y muy convencidas basándonos en opiniones de terceros y no en experiencias personales y ese, es el material de los mitos.

Mitos que trascienden el ámbito de lo que en cierta medida todos sabemos que es mentira pero es más divertido y rentable seguir pensando que es realidad, es así como una mentira repetida muchas veces se convierte en una gran verdad, casi incuestionable y reservada para aquellos que en un mínimo esfuerzo, se dediquen a experimentar la realidad y a esa persona de primera mano.

Esta reflexión surge a raíz de que a casi dos décadas dedicada a la comunicación en sus muchas facetas, he de confesar que he vivido y visto de todo.

He tenido que ser testigo del doble discurso en los medios en relación a la mujer y a muchos otros temas que son asumidos básicamente para quedar bien ante las masas, o en aquellos temas en los que decir otra cosa sería un suicidio moral en el paredón de la opinión pública, sí, discursos a conveniencia.

He visto el tejido invisible del poder y las agendas en todos aquellos que elaboran personajes incuestionables y hablan de nuevos paradigmas de honorabilidad, decoro e integridad, cuando en el fondo relamen con ansiedad las “boronas” del Poder, pero de ese poder que se escribe con mayúsculas.

He tenido que ver con actitud vomitiva como ha sido difícil al menos para mí, hacer una carrera consistente en los medios, pese a que posea las cualidades, que se necesitan para gozar de oportunidades reales que no estén condicionadas a mis ideas políticas, o mi mal hábito de autodenominarse independiente y no partidista, que evidentemente ofende a las vitrolas que tocan la canción según dónde le metan la moneda y que en su limitada concepción de la existencia son incapaces de concebir la congruencia como una forma de vida, de valorar el verdadero trabajo por encima de la venta de la palabra y la lisonja y el periodismo complaciente.

Muchos de nuestros “modelos” de líderes de opinión son rancios. Tienen su responsabilidad en el pastel que repartirá la historia cuando nuestro país sea capaz de pasar de las discusiones y cuestiones básicas a los temas trascendentes, al análisis de todo aquello que nos coloque por encima de los animales, entonces ahí serán vistos, todos ellos, como un gran todo hecho de nada.

Aquellos que teniendo la obligación sagrada y el privilegio de comunicar para educar, empoderar y defender a la ciudadanía, prefirieron ser parte de los discursos alienantes, e interesados del poder, aquellos que donaron y donan a la causa política su libertad de decir la verdad o al menos de presentar la información vestida de objetividad y que someterán al descrédito y al ataque constante todos aquellos que adversen sus posturas, todo en aras de defender, no el único, pero sí el más importante propósito de su permanencia en los medios; el vitrolaje.

Secuestradores de una verdad, que no les pertenece, que debería ser de todos para que la gente sencilla y trabajadora tenga las herramientas de bien decidir, de saber la realidad, las motivaciones y la calidad de todos aquellos que los representan a través de esta democracia de prepago.

Y es así como todo vuelve al principio, pues ha sido una experiencia casi constante en mi vida, ser tildada de difícil; una actitud pasivo-agresiva de la gente que ve en las opiniones disidentes una ofensa y afrenta cuasi personal y no un ejercicio de libertad de las ideas, gente que vive montada en una montaña de humo hecha de ego y soberbia, inconscientes o quién sabe, demasiado conscientes, de su propia insignificancia; pues como todos, no?

Por eso soy más tendente a dar el beneficio de una duda extendida y con bono extra, a esas personas de las cuales solo escucho epítetos y sentencias de lo difícil que pueden ser, pues porque en los casos en los que me he dispuesto a acercarme para saber de primera mano la realidad y no las referencias de esos estigmatizados, a quien les han puesto una letra escarlata en el pecho, siempre me he encontrado con gente que tiene el hábito saludable de decir lo que piensa y bien pensar sin trasgredir.

Gente congruente e íntegra, dos cualidades que provocan molestia en el “bichito humano”, dos términos que al llevarlos a la práctica generan malestar en la época de la postverdad.

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